Este miércoles 22 de diciembre será de un despertar distinto. Nuestros maestros reirán, cantarán y por qué no, algunas lágrimas también correrán por sus rostros.
Y es que a lo largo de este país disímiles generaciones festejarán el Día de quienes con esa paciencia, cordura, inteligencia, pasión y amor, dedican la mayor parte de su vida al arte de enseñar.
Nuestro mejor homenaje al educador es hacer de esta jornada un canto permanente a quienes nos guían, alientan y permiten que nos empinemos hacia la verdad, el futuro, hacia la vida.
Este es un bello día para reconocer a quienes nos aguantaron gritos, risas burlas, deserciones, a quienes nos hicieron buscar el mejor perfil de la profesión y lograr, a dura lucha, poner los pies sobre la tierra.
Maestro, no será este el único momento para gratificar tus horas de insomnio, de dedicación a la escuela, a los alumnos, a los padres.
Te honraremos siempre, porque…“La tarea del educador no es sólo podar las selvas, sino regar los desiertos”
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