El viernes pasado, cuando el centro de
Estambul era un hervidero, miles de personas sintonizaron los principales
canales en sus televisores para seguir las mayores protestas en más de diez
años. Pero no encontraron en sus pantallas violencia, piedras ni gases
lacrimógenos. La emisora Star TV mostraba el concurso Miss Turquía y la CNN
turca transmitía un documental sobre pingüinos.
Indignadas, cientos de personas se
reunieron frente al canal progubernamental HaberTurk TV en Estambul el domingo,
mientras que otras 2.000 acudieron a la puerta de la emisora NTV el lunes para
protestar por su nula cobertura de los disturbios.
Los medios internacionales dieron
amplia cobertura a las protestas, en la que al menos 1.700 manifestantes fueron
detenidos, cientos resultaron heridos y dos murieron.
Pero las principales cadenas de
televisión turcas, que cubren habitualmente los principales eventos casi al
instante, guardaron silencio sobre las protestas, lo que obligó a la audiencia
a buscar alternativas.
Sólo algunos periódicos informaron lo
que pasaba al instante. Los que querían saber lo que ocurría tuvieron que
volcarse personalmente a la calle o llenar el vacío entrando a Facebook y,
principalmente, Twitter.
Pero el primer ministro Recep Tayyip
Erdogan –que casualmente tiene una cuenta de Twitter– criticó esa red social.
"Ahora hay una amenaza que se llama Twitter", dijo. "Los mejores
ejemplos de mentiras se pueden encontrar allí. Para mí, las redes sociales son
la peor amenaza para la sociedad".
Los mensajes de apoyo a los
manifestantes y las imágenes impactantes de las protestas, como una mujer joven
con consignas escritas en su pecho desnudo o los cascos de la policía con sus
números de identificación tapados, fueron omnipresentes en las redes.
"La revolución no será
televisada, será tuiteada", decían múltiples mensajes en la red social
este fin de semana, parafraseando la famosa frase del poeta estadounidense Gil
Scott-Heron.
El vacío informativo de los medios de
comunicación tradicionales se debe a que -como en muchos otros países del
mundo- gran parte de las empresas de comunicación de Turquía evitan tener
enfrentamientos con el gobierno o, directamente, lo apoyan de manera
activa.
La razón reside en el entramado de la
propiedad de los medios de comunicación, sus lealtades políticas y su relación
con el gobierno. Los principales conglomerados mediáticos son grupos que
también poseen empresas constructoras, bancos y otros negocios que lo último
que quieren es enemistarse con el gobierno.
Algunos medios -tales como los canales
de televisión islámicos Kanal 7, Samanyolu TV y Ulke TV y el diario islámico
Yeni Safak- simplemente tienen una fuerte afinidad ideológica con el partido de
Erdogan, AKP, de tendencia islamista.
La destrucción de un pequeño parque de
Estambul para construir un centro comercial encendió los disturbios que sacuden
a Turquía desde el viernes. Las protestas se convirtieron en una protesta más
amplia contra el primer ministro Erdogan, al que acusan de imponer un régimen
autoritario.
Los dueños del canal privado de
televisión 24 TV, que ha adoptado una línea muy crítica hacia los
manifestantes, son conocidos por ser personalmente cercanos al primer ministro.
Pero la mayoría de los principales
medios de comunicación -como los canales de noticias de televisión HaberTurk y
NTV, y el principal diario centrista Milliyet- son reacios a irritar al
gobierno debido a los intereses comerciales de sus propietarios. Todos ellos
han preferido mantenerse alejados de cubrir las manifestaciones.
Quien ose enfrentarse al gobierno
puede terminar en la ruina –como quizás podría haberle pasado al conglomerado
Dogan, que se enfrentó con el gobierno y éste lo castigó con una multa de
US$2.500 millones, haciendo bajar sus acciones un 20%- o preso.
Turquía es el país que más encarceló
periodistas en 2012. Al menos 66 comunicadores están presos, muchos de ellos
esperando juicio, según la Federación Europea de Periodistas.
El gobierno dice que estas cifras son
exageradas y que muchos de los encarcelados son acusados de conspirar contra el
gobierno o pertenecer a organizaciones ilegales.
En cualquier caso, los periodistas
piensan dos veces antes de criticar al gobierno, que sigue de cerca su trabajo
diario. "Nunca sabes cuándo te va a llamar un ministro personalmente para
quejarse por lo que has dicho", cuenta el periodista del servicio turco de
la BBC Emre Bal, que trabajó durante varios años en medios locales.
Hay excepciones, sin embargo. CNN Turk
-propiedad del grupo mediático Dogan– comenzó a reportar las manifestaciones
una vez que éstas cobraron más fuerza y el canal TV Halk - portavoz del
opositor Partido Republicano de Popular- ha proporcionado una cobertura
continua con imágenes de las protestas.
(Fuente: BBCMundo)
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