Investigaciones sobre la dinámica de
los movimientos sociales en el mundo para neutralizarlos y erradicarlos con el
fin de garantizar la hegemonía de Washington, confirman la prioridad del
gobierno estadounidense para desarrollar actividades de manipulación masiva.
A fines de junio, medios de prensa
revelaron el escandaloso experimento desarrollado en secreto por Facebook,
mediante el cual manipularon las emociones de unos 700 mil usuarios de la red
social para conocer cómo respondían ante noticias positivas y negativas.
El ensayo, de dudosa aceptación
social, manipuló el algoritmo de selección de las noticias para observar si
existe un "contagio emocional" entre las personas.
La encuesta provocó indignación en
medios sociales y suscitó análisis en diarios como The New York Times y The
Atlantic, sobre las implicaciones éticas de manipular los comentarios de los
usuarios sin su consentimiento.
Días después, el portal digital
SCGNews alertó que la investigación de Facebook pudo haber contado con la
colaboración del departamento de Defensa, que financia el denominado Proyecto
Minerva, iniciativa en la cual colaboran varias universidades estadounidenses.
Al igual que la polémica Agencia de
Seguridad Nacional (NSA), envuelta en un escándalo de espionaje en el nivel
global, el proyecto considera al mundo como un "territorio enemigo"
que resulta necesario neutralizar, destacó el sitio web blackagendareport.com.
Mediante Minerva se busca financiar
investigaciones universitarias con el objetivo de entender mejor la dinámica
social, cultural y política en diferentes regiones mundiales de interés
estratégico.
A partir de las pesquisas, las
autoridades militares norteamericanas pretenden estudiar desde 2008 cómo las
personas se involucran en movimientos contrahegemónicos para derrocar el orden
establecido a través de actos de desobediencia civil.
En este sentido, enmarcan las
investigaciones dentro de los llamados "estudios sobre terrorismo",
donde los seres humanos que participan en movimientos sociales son considerados
como "contagiados" por vectores que propagan una enfermedad, señaló
la fuente.
Para el Pentágono, quienes se oponen
a la política militar estadounidense en el mundo, al sistema de justicia
represivo y racista o a la concentración de la riqueza en el uno por ciento de
la población, como denuncia el movimiento de activistas Occupy Wall Street,
resultan enemigos susceptibles de ser reducidos, subrayó.
A través del Proyecto Minerva, el
departamento de Defensa pagó a investigadores de la Universidad Cornell,
en Nueva York, para saber cuándo los movimientos sociales alcanzan una masa
crítica cuya indignación expresada en Internet marque un punto de inflexión que
derive hacia revueltas callejeras y amenacen los poderes fácticos.
La Universidad de Washington, por su parte, analiza movimientos a gran
escala que involucren a más de mil participantes en unos 58 países, a fin de
entender cómo estas personas mantienen sus movimientos en marcha, detalló la
publicación digital.
Argumentó que el gobierno
estadounidense husmea las comunicaciones telefónicas y por Internet a escala
global, mientras que estudia los patrones de conglomerados humanos para atacar
los posibles vectores de resistencia, que han de ser identificados y
erradicados para prevenir "contagios" similares en otras sociedades y
en el nivel interno.
El experimento fue desarrollado por
el profesor Jeffrey Hancock, de la Universidad de Cornell, quien, según los datos
que aparecen en el sitio web de Iniciativa Minerva, recibió en 2009 recursos
del Departamento de Defensa para la investigación titulada Modelar el discurso
y la dinámica social en los regímenes autoritarios.
De igual forma, el mando militar
norteamericano asesora el proyecto conocido como Darpa, que registra y analiza
las actividades de los usuarios de Twitter, Facebook, Pinterest, Kickstarter y
otras redes sociales a fin de controlar las emociones mediante la manipulación
de noticias.
De acuerdo con revelaciones del
sitio digital WashingtonsBlog.com, el Pentágono financia varios exámenes que
van más allá de limitarse a monitorear lo que los usuarios expresan en sus
cuentas, sino que examina cómo respondieron ante determinados hechos.
La publicación refiere que en 2011
inició el programa de Comunicación Estratégica en Medios de Comunicación
Social, considerado un intento avanzado de los militares estadounidense para
mejorar el diagnóstico primario y la realización de campañas de propaganda en
los medios.
Precisamente Darpa pretende
desarrollar herramientas de apoyo a los esfuerzos de agencias publicitarias y
el gobierno para contrarrestar mensajes contrarios a los intereses de
Washington, con información que parezca creíble y objetiva, explicó la fuente.
Investigadores relacionados con el
estudio comentaron que cada persona en las redes se revela como un potencial
factor de influencia capaz de difundir información, por lo cual "nuestro
trabajo tiene como objetivo identificar y comprometer a las personas adecuadas
en el momento preciso para ayudar a propagar la información acorde a nuestro
interés cuando sea preciso".
Según la publicación digital, el
Pentágono usa desde hace al menos seis años programas de inteligencia
artificial para tratar de predecir cómo reaccionará la gente a la propaganda, y
estrategias para desacreditar ante la opinión pública a activistas, líderes
políticos y periodistas que cuestionan con demasiada agudeza las acciones del
gobierno.
Este episodio se suma a escándalos
anteriores como la participación de Facebook en el programa de espionaje masiva
de la NSA,
revelado en junio de 2013 por el extécnico Edward Snowden, ahora refugiado en
Rusia.
Snowden ventiló cientos de miles de
documentos que patentizaron cómo Washington escrutaba las comunicaciones
telefónicas y por Internet de ciudadanos y líderes de todo el orbe, incluidos
sus principales aliados.
A ello se suma el financiamiento por
parte del gobierno estadounidense de un Twitter alternativo (Proyecto Zunzuneo)
con el objetivo de enviar mensajes subversivos a jóvenes a fin de derrocar el
sistema político cubano.
La agencia Associated Press (AP)
ventiló semanas atrás más de mil documentos que confirman la creación en 2010
de la red de comunicación promovida por la Agencia de Estados Unidos para la Asistencia Internacional
(Usaid), cuyo propósito era hacerse popular entre los jóvenes cubanos y luego
"empujarlos hacia la disidencia".
AP aseguró que los usuarios nunca
supieron que el proyecto de la
Usaid, implementado mediante empresas fachada constituidas en
secreto y financiadas desde bancos extranjeros, estaba vinculado al
Departamento de Estado, ni que los contratistas estadounidenses reunían sus
datos personales con propósitos políticos.
No obstante, el plan oculto del gobierno
estadounidense para crear un Twitter cubano resulta apenas la punta del iceberg
de un amplio plan subversivo utilizando las nuevas tecnologías.
Medios de prensa cubanos comentaron
que se trata de un esquema desestabilizador ya ensayado en países como Siria,
Ucrania y Venezuela, donde los organismos de inteligencia estadounidenses se
valen de las más sofisticadas tecnologías para influir en la población,
principalmente los más jóvenes y cercanos a estas herramientas.
Con este propósito, remarcan, despliegan
distintas maniobras que incluyen utilizar empresas fantasmas en terceros
países, lavado de dinero y contratación de mercenarios tecnológicos disfrazados
de empresarios, tanto fuera como dentro de esos países.
También despliegan operaciones que
violan las leyes estadounidenses y las normas internacionales de
telecomunicaciones, y utilizan para sus planes fondos clandestinos sin siquiera
informar al Congreso norteamericano, añaden.
Autoridades de la isla caribeña
advirtieron que tras el fracaso de Zunzuneo, la Oficina de Transmisiones a
Cuba (OCB) y el llamado servicio Martinoticias, creado por Radio y TV Martí,
crearon también con fondos secretos, una red denominada Piramideo.
El nuevo proyecto facilitó a los
usuarios la articulación de una red de "amigos", y ofreció la
posibilidad de que una persona enviara a los miembros de su
"pirámide" un SMS masivo por el valor de un solo mensaje.
La estrategia buscaba además crear
una especie de canal de comunicación entre grupúsculos contrarrevolucionarios.
En estos momentos está en marcha
otro programa llamado Conmotion, que arrancó en 2012 y deberá concluir en 2015,
destinado a fomentar el montaje de redes inalámbricas clandestinas en Cuba,
para lo cual se emplean 4,3 millones de dólares.
Por. Luis Brizuela Brínguez
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