Nadie está obnubilado por lo que ha sucedido, se piensa en lo
que queda por hacer. Cuba sabe que la normalización verdadera pasa por el fin
del bloqueo, por la devolución del territorio ocupado en una porción de
Guantánamo, por el cese de la hostilidad impuesta con subversión
Juana Carrasco Martín
Fotos: Jorge Legañoa
Fotos: Jorge Legañoa
El rumbón tomó la calle 16. La fiesta fue de la
solidaridad internacional, de la alegría de pueblos que celebran junto al
cubano una victoria de todos. La rueda de casino junto a letreros que gritaban
Cuba Sí, bloqueo No; Gracias Raúl, gracias Obama.
Eran unos 200 cubanos, estadounidenses de cualquier lugar de
este gran país que saben que ha finalizado un momento malo en la historia de su
país; salvadoreños, venezolanos, bolivianos, nicaragüenses, mexicanos… Cuba
existe, está aquí.
Este 20 de julio fue mucho más que la solemne, emocionante,
bellísima y patriótica ceremonia de izar la bandera y develar la tarja en la
casi centenaria casona del barrio Meridian Hill, era la celebración popular de
esta victoria por parte de amigos, de latinoamericanos que conocen que la
unidad y la integración pasa también por este momento.
Desde horas bien tempranas en la mañana, incluso desde la misma
medianoche que marcó el reinicio de las relaciones diplomáticas entre Cuba y
Estados Unidos, se fueron acercando a la Embajada. Aquel
cubano que llegó desde Nevada se lo decía a uno de nuestros diplomáticos: «Vivo
aquí, pero esa bandera que se va a izar y esta Embajada es la de mi país».
Los que no pudieron entrar quedaron en vigilia desde la acera
de enfrente enarbolando la bandera de las dos naciones o letreros. Y fueron 700
o más los que colmaron el edificio, sus salones de la planta baja y del primer
piso. Todos pudieron verlo desde las pantallas de televisores que ocupaban cada
ángulo.
Algunos transformaron el saludo de «Buenos Días» por el de
«Feliz Día» y se felicitaban unos a los otros y se agradecían por haber estado
juntos en una lucha por la justicia que ha durado más de 54 años, y se hacían
compromisos de continuarla porque ahora hay que desmantelar el bloqueo.
Confianza en sí mismo y en los demás andaba de manos con la seguridad de que es
posible hacerlo.
Hubo al unísono risas y lágrimas emocionadas. En conversaciones
personales se recordaba a quienes no pudieron alcanzar a verlo pero también
dejaron parte de su vida en el empeño.
Daba gusto ver a Danny Glover llegar sonriente y preguntar:
«¿Este calor tiene algún significado para los orishas?» y a alguien
contestarle: «no lo sé, pero desde cualquier visión o religión es el mismo
calor que hay en Cuba y eso significa que hasta en eso estamos hoy unidos».
Mientras una multitud esperaba ya en el jardín para ver ondear
a la enseña de la estrella solitaria, dentro de la sede diplomática —a la que
iban llegando personalidades de la política como los congresistas Patrick Leahy
y Jeff Flake y el ex senador Peter DelaHunt , y autoridades del Departamento de
Estado, entre ellos Roberta Jacobson, quien ha presidido a la delegación
norteamericana a las conversaciones que han llegado a tan feliz término—, el
ambiente era más que distendido y demostraba satisfacción.
Fotos, bromas, saludos y presentaciones se sucedían con el
canciller Bruno Rodríguez, la jefa negociadora cubana Josefina Vidal, los
miembros de la delegación de la sociedad civil llegada desde Cuba para el
acontecimiento... A Eusebio Leal le preguntaban cómo seguían los proyectos de
la ciudad capital, La Habana;
se notaba admiración hacia el cantautor Silvio Rodríguez y el pintor Kcho; el
reconocimiento y el respeto para Ricardo Alarcón, para Joel Dopico, el
presidente del Consejo de Iglesias de Cuba; para Miguel Barnet, presidente de la Uneac.
Vivas a Fidel
¿Acaso alguien de los allí presentes dejó de pensar en Fidel?
Creo que nadie. Sin su obra, perseverancia y magisterio cuando logró forjar la
unidad de un pueblo y su resistencia, esto no hubiera sido posible. Corre por
las redes sociales una leyenda en la que se dice que el Comandante en una
entrevista con un periodista estadounidense le dijo hace años: Cuba y Estados
Unidos tendrían relaciones cuando hubiera un Papa latinoamericano y un
presidente negro en Estados Unidos… Mito o realidad, los tres hechos se han
dado en lo que muchos consideran un cambio de época.
Cuando la bandera engalanó el tope del mástil resonaron los
¡Viva Cuba!, ¡Viva Fidel!, ¡Viva Raúl! y poco después el sostenido ¡Fidel,
Fidel, Fidel, Fidel!, y la ovación.
Se comentaba luego el discurso de Bruno, escuchado con atención
por una muchedumbre de pie y agobiada por el calor, pero no vencida por la
canícula washingtoniana. Era toda una pieza de oratoria con las mismas verdades
que en un abril de 1959 trajo Fidel a esta nación y esta casona que luce sus
mejores galas, las de la amistad y la solidaridad.
De la equilibrada rueda de prensa en el Salón Benjamín Franklyn
del Departamento de Estado, dada por los jefes de la diplomacia cubana y
estadounidense, Bruno Rodríguez Parrilla y John Kerry, también comentaron los
periodistas.
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