viernes, 15 de junio de 2012

UN CUBANO QUE CONOCIÓ A RENÉ EN LA CÁRCEL (I)



Por. Edmundo García
Entrevista con Rodolfo Rodríguez



Rodolfo Rodríguez (Rody) es cubano, de Marianao, La Habana. Llegó a Estados Unidos en 1980 y fue encarcelado por “tomar una mala decisión”, como él mismo dice en esta entrevista. Conoció al Héroe de la República de Cuba en la cárcel de Marianna, Florida. Rodríguez está hoy bajo un régimen de libertad supervisada y nos cuenta algunos recuerdos de su trato con René en la prisión.
-Edmundo García: El programa de hoy es un programa esperado. Un programa al cual yo he hecho referencia desde comienzos de semana, sin explicar de lo que se trata. Los periodistas a veces tenemos la suerte de encontrar testimonios muy difíciles de hallar. Yo no voy a hacer mucho preámbulo: la persona que me acompaña hoy se llama Rodolfo Rodríguez. Gracias Rodolfo por comparecer, gracias por estar hoy en este programa.

-Rodolfo Rodríguez: Muchas gracias, Edmundo. Gracias por invitarme, es un privilegio para mí poder estar aquí.

-EG: Rodolfo Rodríguez tiene 55 años, todo el mundo lo conoce como Rody, así que a partir de este momento lo voy a llamar como todo el mundo lo llama: Rody. Rody, tú llegas a Estados Unidos por el Mariel.

-RR: Así mismo es, en el año 80, fui a parar a Fort Indian Town, mi familia en Miami me reclamó, me soltaron y ahí comenzó mi odisea por los Estados Unidos.

-EG: O sea, llevas ya 32 años en los Estados Unidos. El principal objetivo de esta entrevista es que Rodolfo Rodríguez, Rody, estuvo junto al luchador antiterrorista cubano, Héroe de la República de Cuba René González, durante los últimos años del encarcelamiento de René, que coincidieron también con los últimos años del encarcelamiento de nuestro invitado. Las razones por las que Rody estuvo preso no vienen a cuento en esta entrevista; él cumplió con la sociedad, es un hombre libre, es un hombre que puede dar su testimonio, se encuentra bajo libertad supervisada; sin embargo por varios años, desde el 2004 y hasta que ponen en libertad a René, Rodolfo Rodríguez lo conoció y eso marcó su vida. Esto es lo que estamos buscando en esta entrevista, encontrar ese testimonio. ¿Cómo conoces tú a René?

-RR: Mira, Edmundo, yo no creo en las coincidencias, yo creo que todo tiene un propósito en la vida; yo creo que lo que me ha sucedido me ha hecho crecer como persona. Tú dijiste que no querías hablar de por qué yo fui preso, pero yo creo que todo en la vida depende de tomar decisiones, y cuando uno toma una mala decisión eso acarrea consecuencias nefastas; y yo me involucré en cosas que no debía haber hecho y fui a parar a la prisión. Pero al final uno puede sacar las conclusiones y cosas positivas de la vida a partir de eso. Yo llegué a la prisión de Marianna en la Florida en el año 2002 y en el 2004 hubo un huracán que destruyó la prisión. Aquello fue algo tremendo, nos sacaron con la guardia nacional; dos meses después arreglan la prisión y yo viro para atrás con el primer contingente que regresó a la prisión de Marianna, y al día siguiente llega un contingente de otra prisión donde viene René González Sehwerert. Me lo presentó una persona que se llama Juan Armas, de esta manera: “Eh, oye paisano: aquí te presento al espía”. Porque a todos ellos les dicen los espías, normal, y ellos lo aceptan… tú sabes… porque ellos no tienen causa de espionaje, aunque sí se la inculparon. Y ahí fue que empezó mi trato con René y hasta el día de hoy te puedo decir que ha sido una de las amistades que más ha contribuido a edificar mi vida. Yo creo en Dios, y esto debo decirlo para que se comprenda lo que voy a decir a continuación; obviamente, yo no pensaba lo que pienso hoy hasta unos minutos antes de conocer a René González, y rápido le digo a él que yo creo en Dios, porque a mí me tenían por el que llevaba la iglesia en la prisión, y le digo que creo en Dios y él me dice: “Que bueno, yo no. Pero si yo con mi amistad contigo puedo contribuir a que tú seas mejor cristiano yo me voy a sentir gozoso”. Y eso impactó tremendamente mi vida hasta el día de hoy. Para mí ha sido un testimonio que he compartido con muchas personas, de la forma en que él se manifestó. Yo lo que esperaba es que él fuera a contrarrestar lo que yo le había dicho, a entrar en una contienda, y me dijo “Que bueno, yo creo que un cristiano verdadero va a querer el bien de la humanidad y si mi amistad contigo va a contribuir a que tú seas un mejor cristiano yo me siento satisfecho”. Y ahí comenzó la amistad de nosotros, que está llena de anécdotas. Creo que no hubo nunca nada negativo en nuestra relación; vivíamos a dos celdas de diferencia. No compartimos celda por varios motivos: en primera, los dos teníamos cama abajo; en segunda, los dos teníamos demasiadas cosas, que no nos cabían en una celda.

-EG: O sea, artículos, libros…

-RR: Sí, libros… de todo, de todo. Entonces se nos hacía muy difícil vivir en la misma celda, pero vivíamos dos celdas después del otro; y desde que abrían la celda nos encontrábamos. Nos separábamos por algunas cosas, como cuando René se iba a correr, que no era fácil seguirlo porque corría mucho, le daba muchas vueltas a aquello allí.

-EG: ¿Cómo se va edificando la amistad, cuales son las primeras cosas que hacen que se vaya formando una amistad? Tú le habías hablado ya de tu Iglesia, él comienza a hablarte, tú te habías interesado por el caso de él… ¿cómo suceden las cosas?

-RR: Mira… Yo voy a tener cuidado de no perjudicar a otras etnias, pero yo tenía un dolor muy grande, yo me crié en un hogar con mucho dolor en contra del gobierno de nuestro país, porque no comprendía los principios y la visión que había. Hoy le doy gracias a Dios que pienso distinto totalmente, la vida me ha ido enfrentando con la realidad. Conocí muchas etnias, no quiero hablar de ninguna de ellas; pero me doy cuenta, con el dolor de mi alma, que algunos miembros de ellas no pueden ni escribir, a veces no saben ni hablar, y miro para atrás y veo a nuestro pueblo, aún a los que están aquí y me digo, ¡wow!, no hay uno que no sepa escribir, no he visto un niño en nuestro país con un quiste de este tamaño en la cara; entonces he visto todo el lado positivo que yo no veía antes. Creo que como fui criado en un hogar que se sentía un dolor por algo que era aparente, por reacciones del momento, que eso marcó mi vida; como dice el refrán “Hijo de gato caza ratón”, y como me crié en eso… La relación mía con René fue erradicando ese sentido en mi vida; empezó amainándolo, pero llegó el momento en que me convencí, porque empecé a mirar, empecé a ver. Tuve la suerte de ir a parar a un lugar que estaba lleno de emigrantes, y cuando yo vi todas aquellas nacionalidades (sin mencionar ninguna), yo me decía “¡wow!”, pero si yo vengo de un país que es la gloria, de un país donde hemos sido bendecidos…

-EG: Y esa mirada te la enseña René…

-RR: Todo eso empecé a aprenderlo con él. El fue bien sabio, él es un hombre de principio, creo que Los Cinco son de principio; hay una frase que es de él que dice que los principios no tienen precio porque el que los tiene no los vende, y el que se vende es que no tiene principio. Y yo creo que Los Cinco son hombres de principio, creo que eso ayudó mucho a que la popularidad en los lugares donde ellos han estado creciera, lo que hace que la gente los quiera y los respete. Ellos no son personas agresivas, ni verbal ni… claro, tampoco quiere decir que sean personas que se dejen decir cosas y no ripostan con palabras concisas…

-EG: Háblame del respeto que tú viste hacia René en la población penal.

-RR: Eso mismo te quería explicar, creo que la forma de actuar de ellos conmigo, con todas las personas, fue lo que hizo que se fueran ganando la admiración. Entre los mismos cubanos, siempre quedaba uno que por allá, que por la espalda hablaba del sistema y no de personas, pero al final tenía que reconocer que en la persona de que estamos hablando en este caso había una diferencia. Por ejemplo, a mí no se me olvida nunca que él trajo un libro de Historias Bíblicas de la biblioteca, en inglés, yo puedo leer inglés, pero… y él lee bien inglés, y él mismo viene y me propone “¿Quieres que leamos junto ese libro?”. En su celda él empezó a traducir el libro en español y leímos el libro completo; la historia de Abraham… Y lo leímos completo. Esas acciones hacen que tú  empieces a notar que no hay fanatismo, que hay una certeza en sus principios, en lo que cree, en lo que vive; que hace una diferencia muy grande, a veces nosotros decimos unas cosas que no concuerdan con lo que hacemos, y ahí hay una incongruencia que no te deja valorar a las personas, ¿comprendes?, entonces ese René que conocí de cerca es una persona que te habla las cosas, que las vive, que te las respeta. Tú le puedes hablar de lo que tú crees que no lo vas a hacer sentir mal, él tiene muy claro el respeto a las ideas; y yo siempre le oía decir: “Tú tienes el derecho de expresarte, de la misma forma que yo tengo el derecho a pensar como yo pienso, y si podemos respetar eso podemos vivir uno al lado del otro sin necesidad de matarnos, sin necesidad de ofendernos”.

-EG: ¿Y otros reclusos sentían también el mismo respeto?

-RR: Sí, yo creo que allí todo el mundo lo respetaba, los morenos americanos… sabes, a veces la diferencia de pensar hace caracteres; habían americanos, no se me olvida un morenito que fue su compañero de cuarto, los cuartos son de a dos, entonces este morenito fue compañero de cuarto de él; aquel era rapero y escribía letras de rap, y escribió un rap con temas políticos, que tienen que ver con la nación en que vivimos, no te puedo decir sus ideales políticos cuales eran, pero quizás lo inspiró el haber tenido una relación con René, de vivir en el mismo espacio y comprender, porque aquí hay muchas personas que no comprenden qué es lo que está pasando en esta causa de Los Cinco, que ven el televisor y leen “Freedom Five” y no saben lo que es eso, pero cuando empiezan a averiguar se sorprenden; entonces ese muchacho escribió una canción de género político de frente a este país y mandamos a hacer un pullover con la estrella cubana, con el signo de Los Cinco, que yo tengo foto con él, quizás en otra ocasión que tú puedas podamos sacar fotografías de cosas que tengo. Yo tengo muchísimas cosas; yo reuní postales, estampillas, de todo, que lo tengo en la casa; entonces nos tiramos la foto y fuimos a la yarda, donde se hacen eventos; por ejemplo, el (4) 5 de julio, Nochebuena… se hacen eventos donde sacan grupos de música, y ese muchacho cantó la canción ahí; cantó la canción con un tema político…

-EG: Y ese era amigo de René…

-RR: Compartió celda con él. Y entonces, por las características esas que yo creo que Los Cinco la tienen, por la emisora de radio de “Una luz en lo oscuro” yo oigo como todos han creado cierta relación, hay personas que están apegados a ellos; porque tienen esa característica, de ganarse el respeto y el cariño de las personas.

-EG: ¿Cómo era el día, qué hacían durante un día típico allí en esos años?

-RR: Había tiempo de frío y de calor, esos tiempos hacían una diferencia. René corría mucho, yo creo que el frío le gustaba más; a mí no, yo creo que el frío me hace daño, pero él salía en ese tiempo; yo me iba para la yarda y René cuando no estaba corriendo estaba leyendo. La solidaridad del mundo, me imagino que con los otros sea igual, se podía ver a través del correo que él leía, eso era un evento que todo el mundo esperaba; eran cartas y cartas y todas para una sola dirección: para René.

-EG: O sea, la cantidad de cartas que le llegaban…

-RR: Le llegaban de Australia, de Rusia, de China, de todos los lados.

-EG: ¿Y los otros presos, cuando veían eso?

-RR: Era una jarana, todos se reían…

-EG: Sabían ya quien era René.

-RR: Le decían “Oye, guárdame las estampillas”, porque a esa gente que le gusta colectar, les mandan a su familia; yo tengo muchas, yo guardé muchas estampillas, las repetidas las iba dando. Casi todo el mundo venía a decirme cosas a mí para que se las dijera a él; las personas que no tenían confianza con él me tenían a mí como trampolín. Les daba pena, a muchos les daba pena.

-EG: ¿René era muy serio, cómo era…?

-RR: No, qué pasa, a veces nosotros los seres humanos hablamos tantas cosas, que a veces ni la sentimos, y después nos da pena venir para atrás, después de tanto que se ha hablado, llegar y saber que yo hablé tanto de ti y venir y decirte algo...

-EG: Eso me lo dices porque, te pregunto, ¿hubo algún sector cubano que en algún momento fue hostil con René?

-RR: No hostil con René, hostil con ellos mismos, porque sacaban temas delante de él, sabiendo que puede que golpee, que choque, pero sacaban temas…

-EG: Temas controversiales.

-RR: Por ejemplo, hubo uno que un día dice… no sé…

-EG: Dale, cuéntalo.

-RR: Bueno, dice: “Mi mamá fue a La Habana a operarse de catarata y tuvo que llevar la toalla y tuvo que llevar la sábana”; entonces, estábamos allí reunidos, y siempre el que salía adelante era yo, como en La Biblia Pedro, que para todo sale Pedro con el hacha en la mano, y entonces yo le decía: “¿Verdad, y cuánto le cobraron por la operación?” Y me dijo, “No, bastaba que le hubieran cobrado, si tuvo que llevar su sábana”. Y le dije: “Tiene toda la razón, a mi papá lo llevamos a operar de catarata ahí en el Instituto Beraja de Miami, y no tuvo que llevar ni sábana ni toalla; pero le cobraron mil doscientos dólares por cada ojo; no sé cuantas cajas de sábanas tú comprarías con dos mil cuatrocientos dólares; a ver qué te convendría a ti mejor, llevar una sábana y una toalla o llevar dos mil cuatrocientos dólares”. Ahí sí me decían horrores a mí.

-EG: Cúando se daban esas discusiones, René ¿qué hacía?
            
-RR: René se reía, pero después entraba con sentido… Él tiene una frase que me gustaba mucho y que después yo he usado y la sigo usando mucho. Él me decía: “Mira, es que tú estás basando tus conversaciones en cosas que tú oyes, pero tú no estás basando tu conversación en cosas que tú ves. Sé realista, mira la realidad, mira todo el proceso y luego el final. Piensa una cosa, qué somos nosotros comparados con todos esos países, todo el mundo quiere comparar a Cuba mirando para el norte”. Y es verdad, no se puede comparar a Cuba mirando para el norte. Te lo digo yo que estuve en una oficina de emigración y te digo que vi canadienses, australianos, chinos, todo el mundo quería venir para aquí (Estados Unidos), porque aquí está todo el dinero que se llevan en el mundo entero. Yo siempre lo digo: yo nunca he visto un balsero que haga una balsa y se vaya para allá abajo por Batabanó. Allá abajo no hay un guardacostas norteamericano. Todos los balseros quieren venir para acá; para aquí quiere venir el mundo entero. Mira, una persona que me diga en mi cara que no podía aguantar más vivir en Cuba yo no se lo creo, por qué no se fue para Guatemala, y cuando tiene el chance de irse para Guatemala quiere dar la vuelta y venir aquí. El final no es salir de Cuba, el final es entrar aquí.

-EG: Rody, háblame de la interacción, en las horas de ocio.

-RR: No había ocio. A René le dolía cuando una persona decía: “Estoy matando el tiempo”. Como dice La Biblia, si Dios te dio el tiempo, ¿Cómo vas a matarlo con lo poquito que hay? El poco tiempo que nosotros tenemos, 80 o 90 años de vida, comparado con la eternidad no es nada; cómo lo vas a matar. El nunca estaba matando el tiempo, él se sentaba en la silla y ponía los dos pies arriba de la cama, yo no entiendo cómo podía leer así, siempre tenía un libro, y devoraba los libros con facilidad. Yo creía que yo era lector, pero cuando yo veo la forma en que él lee… se devora los libros, y libros que para otros se hacen pesados, a mí se me hacen pesados; ese tipo de libro.

-EG: ¿Y del caso hablaba, tú le preguntabas?

-RR: Yo tuve una relación especial con él, él conmigo fue franco en muchos aspectos, aunque asumo que él tuvo cosas que haberse reservado.

-EG: Quiero que me hables de si él te contó cómo fue el juicio…

-RR: Sí, sí.

-EG: ¿Y llegaste a conocer a la familia de René?                          

-RR: Yo tengo fotos maravillosas de todo eso.

-EG: Rody, ¿tú te consideras un amigo de René?

-RR: Sí. Fue una bendición conocer a sus familiares. A todos los pude conocer, menos a Olguita, aunque tenemos buena amistad; nos escribíamos mucho cuando estábamos allá, por e-mail, y aquí todavía tenemos cierta comunicación; déjame decirte que estoy controlado, tú mismo lo explicaste.

-EG: Sí, déjame decirlo: Rody y René no pueden comunicarse entre ellos, porque entre las condiciones que tiene la libertad supervisada, tanto para Rody como para René, es que dos personas que sean consideradas exreclusas no pueden, durante la probatoria, comunicarse entre ellas; pero bueno, Rody sí puede venir aquí y hablar conmigo.

-RR: Sí, Edmundo, yo quiero hacer las cosas como son, esté o no de acuerdo con principios ideológicos, quiero honrarme a mí mismo haciendo lo correcto.

-EG: ¿Cómo eran los encuentros de René y su familia? Cuando vistes eso, qué sentiste. Hay muchos presos que son abandonados por sus familias, entonces, cuando tú ves la gran diferencia del amor de la familia por René, ¿Cómo vistes eso? Trata de recordar la primera vez que empezaste a ver esos encuentros.

-RR: Vamos a hacerlo por partes. Tocaste un tema que fue fundamental en mi transformación de forma de pensar, yo lo llamo la metamorfosis mental que yo sufrí, y fue no solamente la familia; fue, con la idea que yo tenía de mi país, ver cómo mi país entero apoyaba una causa, de un hombre, cómo estaban detrás de un hombre, en este caso de Los Cinco, pero yo digo de uno porque fue el que conocí, y eso me impactó profundamente, después de pensar que mi país era de una forma, ver cómo había un apoyo emocional, todo tipo de apoyo porque estuvieron pendientes de René y hasta el día de hoy siguen pendientes, y estamos hablando del país, del gobierno, eso fue tremendo, y lo de la familia fue tremendo. Yo viví eventos históricos que marcan una pauta en la vida de René y después lo voy a explicar; como por ejemplo, su primera visita y su primer abrazo con Ivette; yo lo viví y yo les tiré esa foto, muchas de esas fotos que ellos tienen las tiré yo.

(Continuará...).. Fuente: Cubasí

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