Entrevista con Rodolfo Rodríguez
-EG: Con la hija.
-RR: Con toda su familia. Muchas de las
fotos, porque como yo te dije tenía acceso a salir a la visita, como era el
“clerc” de los fotógrafos, pues yo tenía acceso a decirle al fotógrafo que se
quedara en la yarda e ir yo a la visita. Conocí a Irma, vamos a empezar por
ahí.
-EG: A Irma, la mamá.
-RR: Fue tremendo, yo tengo carta de ella.
Por eso yo te estaba hablando… Hijo de gato caza ratón: los principios de esa
mujer son increíbles, algo maravilloso, infunden aliento a las personas que
la conocen, ella me hizo una carta que nunca podría deshacerme de ella; de
unos principios que no son de los que yo llamo cristianos, pero yo estoy tan
convencido que el amor de Dios está en estas personas de alguna manera; para
mí, en mi forma de pensar, no creo que una persona pueda pensar así si no es
de parte del amor de Dios. No quiero entrar en términos religiosos pero es lo
que yo puedo captar. Hay una expresión que ella me da en su carta, me dice
que por fin me escribe, que la perdone por no haberlo hecho antes, y después
me hace una anécdota donde ella me dice que no entiende, que no comprende la
vida de un ser humano que pasa por este mundo sin haber hecho algo que fuera
de beneficio para otro. A mí me impactó, la carta de ella todavía la tengo.
-EG: Y el encuentro ese del que tú fuiste testigo,
de él con la familia.
-RR: Tremendo, los abrazos… Ivette era una
niña, no la mujercita que es hoy. Ivette es la hija mayor, fue la que nació
aquí. No podría describírtelo, fue una bendición. Los dos abrazados, jugaban
cartas allí en la visita. Yo estaba al lado, estaba allí, ya sea porque
tiraba fotos, en ocasiones mi familia fue con ellas. Viajaron juntos desde
Miami con el difunto, este…
-EG: Tony Llansó.
-RR: Tony Llansó, que Dios lo tenga en su
gloria. Ellos recogieron a mi esposa, son algo tremendo, y nos sentábamos al
lado, la visita es en una cantidad enorme de sillas, no están unas frente a otras
para familiares, hay sillas al frente pero son para otras personas; es un
poco deprimente la visita porque no puedes estar muy abrazado ni aun siendo
tu hija, con la esposa menos; un beso cuando entras y ya, no las tocas más,
un beso cuando se van; no puedes estar tocándolas ni con el brazo por arriba.
Pero de cierta forma fueron bastante condescendientes con René, en la
guarnición, porque la niña jugaba mucho con él, la que solía ir era Irmita,
Ivette no porque nació aquí, porque había ciertos temores, no quiero hablar
los pensamientos negativos, pero se pensaba en lo que había pasado con Elián;
más esta niña que nació aquí y se pensaba que alguien podía decir: “Bueno,
nació aquí, pues ya no se va”.
-EG: Y cómo era, de qué tipo percibes tú que era el trato
de la guarnición con René.
-RR: Yo creo que todo el mundo respetaba
mucho a René, con la excepción de aquel que es un oficial, como decimos
nosotros “pesao”, que lo es relativamente con todo el mundo. Pero te voy a
hacer una anécdota: allí las personas le pedían a René que les firmara
autógrafos, los sellos de correo que traían fotos de ellos la gente quería
guardarlos de recuerdo porque se dieron cuenta que estaban delante de una
persona con unos principios que uno mismo desconocía, sin ofender a nadie, yo
me incluyo dentro de eso mismo porque he aprendido a valorar cosas que nunca
valoré, así que eso significa que he aprendido ciertos principios y eso lo
aprendí a través de ellos, de Los Cinco, y a través de René. Te voy a hacer
una anécdota, y te la voy a hacer porque ese individuo ya no está ahí, está
desmovilizado, había un teniente, obviamente en el almuerzo y en la comida
nosotros nos sentábamos juntos, nos sentábamos a la misma mesa, si él está
oyendo se va a acordar porque no me acuerdo bien del nombre del teniente… un
moreno, llegó a la mesa de nosotros delante de todo el mundo y le dio la mano
a René y le dijo: “Nosotros estamos apoyando tu causa”; un teniente de la
guarnición, él creo que en su vida privada era musulmán o algo así, pero vestido
de oficial, delante de todo el mundo vino y le dio la mano a René.
-EG: Y eso se percibió como un gesto de gran
respeto.
-RR: Sí, el que lo vio se tuvo que haber
dado cuenta del respeto, porque eso no es usual, no está supuesto a suceder.
Por ejemplo, al capellán yo lo saludaba y le daba la mano, porque ya yo
estaba trabajando con él, pero con otro guardia no estaba supuesto a hacer
eso. Pero no fue René el que le dio la mano a él, fue él el que vino y le dio
la mano a René. Entonces, cuando llegamos, René cortó una foto, un sello, y
le escribió por detrás, para que yo se lo diera al hombre, para no
comprometerlo porque yo tenía cierta relación por ser “clerc”; él le puso por
detrás algo así como “Juntos podemos prevalecer”, algo así.
-EG: ¿René era serio, callado, circunspecto…?
-RR: Tiene de todo; no es una persona que se
la pase hablando, no es una persona tampoco de estar en los rincones… En los
rincones te digo porque en todas las prisiones, y yo caminé muchas, en todas
hay un lugarcito que es de los cubanos, como lo hay de los dominicanos… El
cubano es el único que se nota enseguida, cuando tú escuchas una bulla bien
alta, ahí están los cubanos; y entonces la gente pregunta, “¿se están
fajando?”, no, es jugando dominó, pero con la gritería esa, diciéndose
horrores. Él no era de eso, él llegaba, saludaba a la gente allí y con la
misma se iba, porque su pasión era la lectura y escribir. Juntos nos metimos
a estudiar Microsoft; yo entré primero, después lo embullé, se embulló al
final; después yo hice otro curso que se llama “A Plus”, que te hace técnico
en computación; lo hice, no sé si él terminó, porque en ese tiempo me
llevaron a mí, que fue un momento duro.
-EG: ¿Qué te decía él qué quería hacer cuando
regresara a Cuba?
-RR: Chico, algo en que quedamos, que vamos
a hacer, y yo hablo así positivamente por los principios bíblicos en que yo
creo, nosotros vamos a subir al Turquino, fue un pacto que hicimos…
-EG: Tú y René van a subir el Turquino…
-RR: Si, con Olguita y Sandra, porque mi
esposa no conoce Cuba, ella salió de Cuba con cinco años, ella no ha vuelto
otra vez, ya estamos en trámites, ella tiene su pasaporte cubano.
-EG: Tú tampoco has vuelto a Cuba, Rody.
-RR: Desgraciadamente no, yo vuelvo y te
repito, mis decisiones fueron muy equivocadas en muchas ocasiones, y eso hizo
que yo perdiera la residencia muy temprano.
-EG: Eventualmente regresarás a Cuba.
-RR: Eventualmente cuando yo llegue no me
voy más. Me quedo a vivir allá, eso es lo que yo estoy esperando con el favor
de Dios. Yo estoy deportado en estos momentos; mi estatus aquí es el de un
cubano legal, pero deportado. Que de acuerdo a Emigración cuando Estados
Unidos y Cuba entren en trámites migratorios ellos me recogen y me llevan;
pero yo a eso no le temo, para nada le temo, porque hay 12 millones de
cubanos viviendo en mi país, y yo soy cubano.
-EG: Conociste además a Roberto, el hermano de René.
-RR: Sí, conocí a Roberto y conocí al padre,
que ellos casi siempre iban juntos. Fue una bendición. En mi Iglesia oramos
mucho por Roberto y seguimos creyendo que Dios es Todopoderoso. Me alegro que
René pudiera entrar a la isla de vuelta, de donde él salió con los principios
de proteger a su nación y su país, sirvió para que el pueblo aquel lo viera
llegar otra vez, aunque fuera por quince días; sirvió para que él pudiera
darle un abrazo a su esposa que hacía años que no se lo daba, porque aunque
yo estuve separado por muchos años de mi esposa igual, al menos ella podía
manejar y llegar y verme por 3, 4, 5 o 6 horas, pero él no lo tuvo.
-EG: ¿Lo vistes triste, viste a René en ocasiones
triste o deprimido, cosa que es normal?
-RR: No, para nada; si acaso enojado a
veces, y no mucho, porque no es de enojarse mucho. El decía que no le iba a
dar el privilegio a esta gente de verlo destruido, de verlo “ñoñiqueando”; me
imagino que Los Cinco tienen ese principio, por sus lecturas, por sus cartas.
Como te dije René recibía muchas cartas, y después hubo un tiempo cuando ya
nos separamos que de la Oficina de Intereses me mandaron cierta correspondencia
también para yo seguir educándome, porque necesitaba educarme sobre mi
nación, mi país; recibía la Bohemia, Cuba Socialista, todas esas revistas yo
las recibía, primero por René, después de la Oficina; yo creo que René era el
que le decía: “Mándensela a Rody”. Eso fue una bendición, yo vi cosas que
sirvieron al pueblo de nosotros para abrirle los ojos, porque yo siempre
decía, esto que yo estoy hablando no va a regresar vacío; ahí usaba un
término bíblico porque La Biblia dice que la palabra de Dios nunca regresa
vacía; porque todas esas controversias que yo formaba frente al televisor,
aquellos hablando veinte barbaridades y yo diciendo cosas positivas, yo decía
que esto no regresa vacío porque la gente se está yendo para sus dormitorios
y analizando y pensando “Le dije estas cosas a Rody, pero es verdad lo que él
estaba diciendo”; sobre todo el americano, el latinoamericano, que escuchaban
muchas cosas negativas de Cuba pero cuando se les explicaba, ellos decían,
“Pero eso yo no lo tengo en mi país”; la realidad es imposible de esconder.
-EG: Las otras nacionalidades en la prisión, o sea,
los no cubanos, ¿se interesaban en el tema de René?
-RR: Ciertas personas. Hubo muchos que se
sentaban con él y les hablaba.
-EG: Rody, nosotros sabemos que Los Cinco hablan con
una sola voz, que mucha de su correspondencia, de sus declaraciones públicas,
aunque las firme uno, es en nombre de Los Cinco. ¿Cómo hablaba René de
Gerardo, de Ramón, de Fernando, de Antonio, cómo te hablaba de ellos, de sus
compañeros?
-RR: Mira Edmundo, se trata de una genuina
hermandad; yo le escribí mucho a los demás, me gustaba mucho la forma de
ellos de expresarse; como tú dices, aunque sea uno solo el que escribió
siempre la firma era en común, era algo que era el sentir de Los Cinco,
porque hay una hermandad entre ellos que es impactante; todos esos pedacitos
fueron impactando en la gente que los conocieron. Del caso de René, mucha
gente lo buscaba para que les ayudara; siempre estaba servicial para hacer un
escrito en inglés, para llenar documentos legales, iba a la biblioteca,
ayudaba a traducir, a veces hacía por la gente cosas que no hacía ni por él.
A mí mismo me ayudó en muchas cosas; había muchas personas que necesitaron
sus servicios y él siempre estuvo dispuesto en ayudarlos. Yo asumo que Los
Cinco igual porque, vuelvo y te repito, porque por el programa de Arleen
oíamos mucho los mensajes desde las prisiones. Y la verdad es que ellos
impactaron con su actitud.
-EG: Y cuando hablaba de ellos, ¿cómo hablaba?
-RR: Una hermandad total. Hay un dicho de
hace muchos años que decía que la mejor forma de decir es hacer; y ellos de
verdad viven lo que ellos predican, lo que ellos exponen, están dispuestos a
ayudar siempre.
-EG: Hay un momento Rody en que a ti, antes que a
René salga a cumplir la libertad supervisada, te trasladan hacia otra
prisión.
-RR: Correcto.
-EG: ¿Cómo fue esa despedida?
-RR: Fue triste. El vio cuando yo estaba
escribiendo el mensaje en la computadora porque no quería ni decírselo. Y ya
después fui y me tranqué ahí en mi cuarto, y me sacan de madrugada cuando ya
todo el mundo estaba durmiendo. Él lo notó, pero no hubiéramos podido
conversar porque para mí fue triste, muy triste.
-EG: ¿Te enteraste de un día para otro?
-RR: No, llevaba dos o tres días entristecido,
y nos hablábamos a través de Olguita, de Sandra; le mandé una carta a mi
esposa para que se la mandara a él despidiéndonos, pero confiando siempre en
que no iba a ser la última vez, porque nosotros nos vamos a ver otra vez;
como te dije, está el pacto que hicimos de subir al pico Turquino, que vamos
a hacer con la gracia de Dios. Fueron tantas cosas que fueron positivas en mi
vida a través de la amistad de él… Como escribían de Cuba y del resto del
mundo personas de Iglesias, gente que inclusive estaban presos en Cuba.
-EG: Tengo que confesar en esta entrevista que mi
correspondencia con René en la prisión, cuando estaba en Marianna, fue a
través de Rody, porque por condiciones de los correos electrónicos y control
y demás, yo le escribiia a Rody y entonces Rody le entregaba la
correspondencia a René; René me escribía a mí y Rody era quien me mandaba la
correspondencia; y así pasó con muchas personas.
-RR: Así pasó con muchos en Cuba.
-EG: Pero muchachos en Cuba…
-RR: … que sabían el problema de Los Cinco y
le escribían a Los Cinco. Entonces cuando le escribían a René yo les escribía
para atrás: “Mira yo estoy preso aquí con René, soy
cubano de Marianao…” Y empezamos a tener una comunicación. Algunos me
pedían que orara por sus familias. Otros me decían “Tú eres un privilegiado, nosotros quisiéramos estar ahí con René…” Yo tengo las cartas,
las conservé todas; cajas, cajas. Las tengo ahí en la casa, a cada rato mi
mujer me pelea: “¿Qué vas hacer con todo eso?” (Risas) Ocupa lugar,
y tengo personas… Inclusive hubo personas en una prisión de Granma que
hicieron un movimiento y había una capitana y un teniente en Cuba apoyando la
causa de Los Cinco; hicieron un movimiento allá adentro por Los Cinco. Fue
una bendición. Para mí fue algo tremendo.
-EG: Y la despedida…
-RR: Fue una experiencia, pienso que no me
va a ser fácil volverla a vivir. Te repito, tengo una cantidad de hermanos en
la iglesia que los amo y los quiero mucho, y tengo muchas personas que he
aprendido de ellos, pero para mí una de las experiencias más grandes de mi
vida fue haber conocido a René, yo lo he comentado con mi familia, con mi
esposa, con mis padres, que ya no piensan como pensaban antes, porque uno se
va dando cuenta de la realidad, porque la verdad es muy grande para ocultarla.
-EG: Rody, René te hablaba de Cuba, porque tú te vas
de Cuba muy joven.
-RR: No muy joven, yo tenía 23 o 24 años.
-EG: Joven.
-RR: Joven y dañado. Yo lo que más bien le
tiraba cuando no nos conocíamos. Decía: bueno y por qué esto, por qué
aquello, y por qué lo otro.
-EG: Muy interesante; o sea, tú le preguntabas a él,
él no venía concientizarte a ti. Tú ibas a confrontar tus sentimientos con
una persona que tú sabías que tenía una posición definida.
-RR: Mira, yo soy maestro Evangelista y voy
a sacar la ordenación de Pastor ahora; aunque yo vengo ejerciendo, uno de los
principios dice que si tú eres cristiano no tienes que decirlo, y si la gente
no lo puede ver sin que lo digas es que hay algo en ti… si tú vives una vida
y la gente no puede decir “Ese hombre camina con el Señor”, entonces de nada
vale lo que hables. Entonces ellos son o hacen prosélitos con su vida, ellos
hacen ver que sus formas de pensar están en su diario vivir. Entonces él no necesitaba
decir, él lo que inteligentemente siempre estuvo dispuesto a oírme, él sabía
que había dolor en mí, heridas que te repito por criarme en un hogar donde
había un mal sentir contra el gobierno de nuestro país, y él sabía que eso me
había hecho daño, porque eso se engendró en mí; eso viene de mi abuelo, de mi
padre; él siempre estuvo dispuesto a escucharme y después cuando me decía
algo fue para ayudarme a sanar la herida, no de dañarla más.
-EG: Desde que se conocen a que se sienten ya amigos
cuánto tiempo pasó.
-RR: Fue rápido, nosotros nos identificamos
bien rápido la verdad.
-EG: La hora del sueño…
-RR: A las 9 y 45 cierran las celdas de cada
quien y ya no puedes salir más.
-EG: Y la abren por la mañana.
-RR: Por la mañana.
-EG: Y ahí van a desayunar.
-RR: A desayunar. Muchas veces yo no iba a
desayunar, yo era medio “vaguetón” para el desayuno.
-EG: Marianna es una prisión de media seguridad.
-RR: Es media.
-EG: Ahora está ahí Antonio Guerrero. ¿Dejó René
allí consideración y respeto, digo yo, para que lo reciban la guarnición y
los reclusos que conocieron a René?
-RR: Mira, yo creo que puede influir en
algo, pero yo asumo que todos ellos viven una vida de principios y que ellos
mismos se van identificando como persona. Y bueno Tony, yo sé que los voy a
conocer a Los Cinco. Sé que lo voy a conocer.
-EG: René está escuchando, él va a escuchar este
programa; donde él está va escuchar este programa, si tú quieres dirigirte a
él no hay nadie que lo pueda quitar porque esto es un programa de radio, aquí
no hay ninguna comunicación que viole ninguna regla… ¿Algún mensaje tuyo que
tú quisieras que él escuchase?
-RR: Lo único que yo quisiera que él
escuchase es que sigo siendo el mismo, que lo tengo bien presente en mi vida,
en mis oraciones junto a toda su familia, y que él sabe que nos vamos a ver;
no son momentos de tristeza son momentos de alegría, son tiempos en la vida
que todos tenemos que enfrentar. Va a llegar el tiempo en que quizás podamos
hacer algo por la humanidad juntos, y vamos a estar dispuestos. Y que le doy
muchas gracias por haber sido mi amigo.
-EG: Muchas gracias, Rody, por haber compartido por
primera vez en este programa “La tarde se mueve”.
-RR: Gracias a ti. Un saludo a Olguita, a
Irma, a Arleen con su programa “La luz en lo oscuro”, a todos, que fue una
bendición para mí.
-EG: Muchas gracias a Rodolfo Rodríguez por
compartir todas estas experiencias.
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