Para evocar
el aniversario 160 del natalicio de José Julián Martí Pérez (1853-1895), la
Asociación Cubana de Naciones Unidas (ACNU), con sede en La Habana, capital de
la Isla, desarrolló el conversatorio «Martí periodista». El disertante invitado
fue el doctor en Ciencias Históricas Pedro Pablo Rodríguez López, investigador
titular del Centro de Estudios Martianos.
De acuerdo
con el también profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí,
el Apóstol le imprimió al ejercicio periodístico una serie de valores que
signaron su fecundo quehacer en los medios masivos de comunicación.
Según
Rodríguez López, se percibe un interés creciente por conocer la vida y la obra
del más universal de los cubanos. Martí deviene una referencia obligada, sobre
todo para los colegas de la prensa, quienes utilizan —sistemáticamente— las
citas martianas relacionadas con nuestra profesión. Por lo tanto, precisó,
la inmensidad del Héroe de Dos Ríos ha invadido — ¡y de qué forma!— el universo
intelectual y espiritual de la humanidad.
Los
balbuceos periodísticos de José Julián comenzaron en plena adolescencia, pero
no fue hasta que llegó a México, donde verdaderamente entró de lleno en el
ejercicio de nuestra noble profesión. Siempre actuó como fuente nutricia de
ética, humanismo, patriotismo y espiritualidad.
A partir del
momento en que comienza a colaborar con la revista «Universal», el Maestro
integra la intelectualidad mexicana de la época socio-histórica que le tocó
vivir en la patria del Benemérito de las Américas, don Benito Juárez
(1806-1872). De ahí, que sus contemporáneos conocieran de cerca al Martí
periodista, ya que escribía no solo para esa publicación periódica, sino,
posteriormente, para los medios estadounidenses e hispanoamericanos más
importantes e influyentes del siglo XIX.
Los lectores
de las crónicas, artículos y críticas artístico-literarias que escribía el
joven periodista habanero percibían —con meridiana claridad— lo que le brotaba
de la mente y el alma, y consecuentemente, expresaba a través de su prosa
poética, que los cautivaba. No hubo rama del saber humano que escapara a la
sagacidad periodística de Martí. Por consiguiente, llevaba al lector —con la
ayuda de la prensa plana— al conocimiento de las disímiles culturas que
configuran el legado material y espiritual dejado como herencia a la sociedad
decimonónica.
Ahora bien,
destacó Pedro Pablo, el fundador del Partido Revolucionario Cubano alcanzó la
plena madurez periodística en Nueva York, donde residió por espacio de tres
lustros, y colaboró con varias publicaciones periódicas. Esa urbe
estadounidense marcaba el desarrollo del periodismo —sobre todo de tipo
mercantilista (¿cuál otro podía ser?)— en toda la Unión.
Sus
Escenas Norteamericanas devienen su graduación como el gigantesco profesional
de la prensa que fuera, es y será. Tanto es así, que él le otorgaba una fuerza
insospechada al poder ejercido por la imagen, como genuina expresión de su
pensamiento filosófico. Leer esas crónicas era percibir, a través de la letra
impresa, los hechos que acontecían en aquella sociedad, donde el hombre vale no
por lo que es, sino por lo que tiene, sabe o sirve.
Tenía una
gran capacidad de síntesis y de receptividad para captar todo cuanto acontecía
a su alrededor. En todo momento, ejerció un periodismo de opinión,
caracterizado —fundamentalmente— por la ética, ese «sol del mundo moral», que
según el poeta y ensayista Cintio «Vitier (1921-2009), iluminara su efímera,
pero fecunda existencia terrenal.
Por otra
parte, no cabe duda alguna de que el poeta mayor de la patria grande
latinoamericana maduró como periodista durante su estancia en Estados Unidos,
donde con su pluma —empleada como afilado bisturí— diseccionó las entrañas del
naciente imperialismo norteamericano.
En el vecino
país norteño, descubrió el periodismo moderno, escrito en la lengua
shakesperiana, la cual llegó a dominar al pie de la letra, pero no por ello
dejó de ser un eterno enamorado y gran estudioso del idioma castellano. La
crítica especializada lo considera un lingüista consumado.
El periódico
«Patria» constituye su obra cumbre, no solo desde el punto de vista
periodístico, sino también desde la vertiente político-ideológica. Su discurso
periodístico estaba dirigido lo mismo al intelectual o profesional, que al
tabaquero, combatiente revolucionario en la manigua redentora o ama de
casa.
Para José
Martí, la honradez es la premisa esencial que identifica a un verdadero periodista.
El profesional de la prensa que no lo sea, no puede ostentar ese título de
dignidad, concluyó.
Por. Jesús Dueñas Becerra
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