viernes, 30 de septiembre de 2011


LA CARTA QUE EUGENIO RAÚL ZAFFARONI LE ENVIÓ A BARACK OBAMA
El Ministro de la Corte Suprema de Justicia Argentina, Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni, escribió una carta dirigida al Presidente de los EEUU Barack Obama, solicitándole que haga uso de sus facultades constitucionales y liberar a los 5 cubanos presos acusados de espionaje por los EE.UU, Gerardo hernandez, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando Gonzalez y Rene Gonzalez, dejando claro en la misiva que "el paso del tiempo convirtió a la cuestión jurídica en materia política" y que "las penas no deben ser crueles, lo que significa no pueden ser desproporcionadas respecto del contenido injusto de los hechos" y que "el eventual daño a la seguridad" en "ningún caso podría ser considerado en este supuesto de magnitud tal que merezca una pena mayor que la que ya han cumplido los mencionados ciudadanos"

El Ministro de la Corte Suprema Argentina se suma así a los reclamos de miles de personalidades del mundo entero, entre ellos 10 Premios Nobel, cientos de legisladores, intelectuales, artistas, organizaciones legales y académicas, miembros de todas las religiones y organizaciones sindicales, estudiantiles y sociales, que exigen la inmediata libertad de los Cinco.

La carta textual del Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni a Barack Obama:

Sr. Presidente de los Estados Unidos de América Barack Obama
Su Despacho
Washington.

Dignísimo Señor Presidente:

El abajo firmante, profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires, formado en la tradición de las garantías individuales y en el respeto a la dignidad de la persona humana, me atrevo a dirigirme a Ud. con motivos de las condenas que vienen purgando los ciudadanos cubanos Lavañino, Guerreros, F. González, R. González y Hernández.

Más allá de las diferentes valoraciones que puedan formularse respecto del proceso y de las sentencias condenatorias, es imposible ignorar que el trámite y las decisiones resultan cuanto menos discutibles o poco transparentes, lo que incluso es reconocido en los ámbitos adecuados de la ONU.

Perdernos a estas alturas de los hechos en nuevas consideraciones jurídicas no parece lo más conducente, pues el paso del tiempo, convirtió la cuestión jurídica en materia política, lo que hace difícil llegar al fondo de la cuestión en forma imparcial. No obstante el mismo factor va haciendo irreversibles los efectos de las condenas sobre las personas.

Me atrevo a molestar su atención para solicitar de su elevado criterio que contemple la posibilidad de una conmutación de penas, por la vía constitucionalmente autorizada, a efectos de poner fin a una situación dudosa que a estas alturas no puede resolverse por medio de decisiones jurisdiccionales imparciales.

Creo que para casos como el que nos ocupa es que la Constitución de los Estados Unidos de América prevé y habilita la facultad presidencial del indulto y la conmutación.

Entiendo que incluso en el supuesto de culpabilidad, las penas no deben ser crueles, lo que significa que no pueden ser desproporcionadas respecto del contenido injusto de los hechos. Considero, pues, que el eventual daño a la seguridad de su país en ningún caso podría ser considerado en este supuesto de magnitud tal que merezca una pena mayor que la que ya han cumplido los mencionados ciudadanos.

No se ha producido muerte de ninguna persona ni se ha puesto en peligro concreto la vida de nadie como resultado de las acciones atribuidas a los penados y, sin embargo, la magnitud de las penas excede en casi todos los casos la vida útil de esas personas, con lo que equivalen a penas de privación de la vida, o sea, que por su extensión se asimilan a las penas de muerte.

No se me escapa que la conmutación de penas es discrecional del Poder Ejecutivo y, por tanto, de naturaleza política. Si bien entiendo las razones de política interna que pueden obstar a una concesión de esa naturaleza, no es menos atendible el reforzamiento que la imagen de su país y de su gobierno tendrían frente a la comunidad internacional poniendo de manifiesto su buena voluntad y la generocidad de una gracia desde una posición de poder, que es cuando ésta asume un valor simbólico de máxima significación.

Lejos de menoscabar su imagen de autoridad, implicaría el claro ejercicio de esta en pos de la rearfirmación de principios consagrados desde hace más de dos largos siglos en la tradición jurídica de su país, resaltando que la fortaleza no implica crueldad.

Por otra parte, importaría un acto político de buena voluntad, que constribuirían a paliar viejas rencillas que cada día van perdiendo más sentido en la actual hora del mundo, urgida por otras demandas y riesgos. Insistir en viejos rencores provoca en las nuevas generaciones la sensación de asistir a odios dignos de museo y devalúa la imagen de seriedad y realismo que debe proyectar la política para no ser despreciada por quienes habrán de sucedernos.

Por las señaladas razones, y otras que se deducen de ellas, es que osamos dirigirnos a Ud. Impetrando un acto político de conmutación que ponga fin a esta enojosa y prolongada situación.

Sin otro particular, deseamos el mejor de los éxitos a su gestión y nos permitimos hacerle llegar las expresiones de nuestro mayor respeto y consideración.

Atentamente.

E Raúl Zaffaroni
Profesor Emérito
Universidad de Buenos Aires

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