viernes, 27 de enero de 2012

MARTÍ, EDUCADOR DE NUESTRA AMÉRICA

Más dadas son a crear que a aplicarse las inteligencias de tierra americana…

Se cumplen 159 años del nacimiento de José Martí. En Colombia, su pensamiento y obra permanecen desconocidos. De todas las facetas que labró en su breve y luminosa vida, hay una que tiene especial significado en estos tiempos de drásticas variaciones que estremecen al mundo. Se trata de la dimensión educadora del apóstol. En nuestra esquina subcontinental, esta faceta tiene un significado más relevante por ser un territorio en el que se ha ensañado lo peor del imperio de las malas ideas, el poder que ha conducido el acontecer global hasta la descomunal crisis en que nos encontramos.

Las sendas catastróficas que hoy arrojan a la humanidad al vórtice en el que nos hallamos, fueron vislumbradas por su portentosa visión que atravesaba el tiempo captando esencias y devenires: En la médula, en la médula esta el vicio, en que la vida no va teniendo en esta tierra más objeto que el amontonamiento de la fortuna… Dijo sobre unos Estados Unidos que apenas se erigían como la potencia hemisférica que antecedería al imperio mundial de fines del siglo XX.

Los acontecimientos continentales y globales han discurrido de tal forma, que su labor educadora, con la palabra y la acción, encuentra hoy una asombrosa vigencia. Sucede así con quienes ven muy hondo y de un golpe de vista. Expresan ideas y encarnan valores cuyo significado vital solo puede ser captado cuando el caudal de los sucesos por sí mismo, revela la tremenda justeza de lo que han enunciado. Martí encarnó el genio creador y la humildad que se aplica con infinita paciencia y amor sin tregua a la puesta en obra de lo creado.

Bastaría tener presente los significados de la revolución ética a la que consagro su parábola vital, su fiera insistencia en evitar el contagio de los valores pervertores engendrados en un materialismo tan enceguecedor, como romo, y triunfantes en el imperio de Hércules y Mammon, su vindicación de nuestras culturas nativas y las potencias curativas de la naturaleza, o la ofrenda de su vida para suscribir con la acción el resplandor de su palabra, bastaría tener presente estas facetas, decimos, para comprender que sus hechos y su obra encierran luces vitales para revolucionar desde los cimientos la educación en nuestros tiempos. Una educación que teniendo que parir seres con libertad fundamental - capaces por tanto de labrar la soberanía de la comunidad -, ha sido reducida a la condición servil de apisonar y domesticar conciencias, y reproducir las lacras de las dos improntas coloniales fabricando egos, ignorancias y soberbias que arrasan la tierra y las comunidades.

Un estado de cosas no se revoluciona con un proyecto de Ley. Esto no significa que la ley carezca de valor en un proceso de transformación de raíz de lo que exige ser mutado. Pero vana ilusión sería considerar que cambiando las leyes, se cambia el orden existente. En diversos puntos de Nuestra América, al igual que en diversos lugares del mundo, los jóvenes se levantan frente a un sistema que les niega la vida y destruye la tierra. El orden educativo funcional a la dinámica que excluye y devasta, dicen con plena razón, debe ser demolido. En su lugar claman por una educación pública de calidad en la que el dinero no sea condición de ingreso o exclusión.

Con relación al sentido de la educación en Nuestra América Martí señalo: un pueblo no es una masa de criaturas miserables y regidas: no tiene el derecho de ser respetado hasta que no tenga la conciencia de ser regente: edúquense en los hombres los conceptos de independencia y propia dignidad…Un pueblo no es independiente cuando ha sacudido las cadenas de sus amos; empieza a serlo cuando se ha arrancado de su ser los vicios de la vencida esclavitud, y para patria y vivir nuevos, alza e informa conceptos de vida radicalmente opuestos a la costumbre de servilismo pasado, a las memorias de debilidad y de lisonja que las dominaciones despóticas usan como elementos de dominio sobre los pueblos esclavos…Las repúblicas se hacen de hombres: ser hombre es en la tierra dificilísima y pocas veces lograda carrera.

Martí señaló sin ambages el peso aniquilador de la educación instruccional desligada de la preparación para la vida, de la educación con olor a incienso que sepulta todo brío mental y toda ansia de ciencia del espíritu, de la educación que divide al mundo entre las castas de los potentados y la marea de los desposeídos, de la educación que soslaya las raíces, corta las alas e instaura el reino de las garras y las pezuñas. Reivindicó en cambio la potencia del libro junto al arado, y la dignidad suprema del oficio de la luz, cuando se ejerce bajo el signo del amor sin tregua.

Hay educadores que pueden encaminar el rumbo de una vida con una palabra justa en el momento exacto.
por. Héctor Arenas A.

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