lunes, 10 de junio de 2013

Mientras Turquía estalla, la prensa calla



El viernes pasado, cuando el centro de Estambul era un hervidero, miles de personas sintonizaron los principales canales en sus televisores para seguir las mayores protestas en más de diez años. Pero no encontraron en sus pantallas violencia, piedras ni gases lacrimógenos. La emisora Star TV mostraba el concurso Miss Turquía y la CNN turca transmitía un documental sobre pingüinos. 
Indignadas, cientos de personas se reunieron frente al canal progubernamental HaberTurk TV en Estambul el domingo, mientras que otras 2.000 acudieron a la puerta de la emisora NTV el lunes para protestar por su nula cobertura de los disturbios. 
Los medios internacionales dieron amplia cobertura a las protestas, en la que al menos 1.700 manifestantes fueron detenidos, cientos resultaron heridos y dos murieron. 
Pero las principales cadenas de televisión turcas, que cubren habitualmente los principales eventos casi al instante, guardaron silencio sobre las protestas, lo que obligó a la audiencia a buscar alternativas. 
Sólo algunos periódicos informaron lo que pasaba al instante. Los que querían saber lo que ocurría tuvieron que volcarse personalmente a la calle o llenar el vacío entrando a Facebook y, principalmente, Twitter. 
Pero el primer ministro Recep Tayyip Erdogan –que casualmente tiene una cuenta de Twitter– criticó esa red social. "Ahora hay una amenaza que se llama Twitter", dijo. "Los mejores ejemplos de mentiras se pueden encontrar allí. Para mí, las redes sociales son la peor amenaza para la sociedad". 
Los mensajes de apoyo a los manifestantes y las imágenes impactantes de las protestas, como una mujer joven con consignas escritas en su pecho desnudo o los cascos de la policía con sus números de identificación tapados, fueron omnipresentes en las redes. 
"La revolución no será televisada, será tuiteada", decían múltiples mensajes en la red social este fin de semana, parafraseando la famosa frase del poeta estadounidense Gil Scott-Heron. 
El vacío informativo de los medios de comunicación tradicionales se debe a que -como en muchos otros países del mundo- gran parte de las empresas de comunicación de Turquía evitan tener enfrentamientos con el gobierno o, directamente, lo apoyan de manera activa. 
La razón reside en el entramado de la propiedad de los medios de comunicación, sus lealtades políticas y su relación con el gobierno. Los principales conglomerados mediáticos son grupos que también poseen empresas constructoras, bancos y otros negocios que lo último que quieren es enemistarse con el gobierno. 
Algunos medios -tales como los canales de televisión islámicos Kanal 7, Samanyolu TV y Ulke TV y el diario islámico Yeni Safak- simplemente tienen una fuerte afinidad ideológica con el partido de Erdogan, AKP, de tendencia islamista. 
La destrucción de un pequeño parque de Estambul para construir un centro comercial encendió los disturbios que sacuden a Turquía desde el viernes. Las protestas se convirtieron en una protesta más amplia contra el primer ministro Erdogan, al que acusan de imponer un régimen autoritario.  
Los dueños del canal privado de televisión 24 TV, que ha adoptado una línea muy crítica hacia los manifestantes, son conocidos por ser personalmente cercanos al primer ministro.
Pero la mayoría de los principales medios de comunicación -como los canales de noticias de televisión HaberTurk y NTV, y el principal diario centrista Milliyet- son reacios a irritar al gobierno debido a los intereses comerciales de sus propietarios. Todos ellos han preferido mantenerse alejados de cubrir las manifestaciones. 
Quien ose enfrentarse al gobierno puede terminar en la ruina –como quizás podría haberle pasado al conglomerado Dogan, que se enfrentó con el gobierno y éste lo castigó con una multa de US$2.500 millones, haciendo bajar sus acciones un 20%- o preso. 
Turquía es el país que más encarceló periodistas en 2012. Al menos 66 comunicadores están presos, muchos de ellos esperando juicio, según la Federación Europea de Periodistas. 
El gobierno dice que estas cifras son exageradas y que muchos de los encarcelados son acusados de conspirar contra el gobierno o pertenecer a organizaciones ilegales.
En cualquier caso, los periodistas piensan dos veces antes de criticar al gobierno, que sigue de cerca su trabajo diario. "Nunca sabes cuándo te va a llamar un ministro personalmente para quejarse por lo que has dicho", cuenta el periodista del servicio turco de la BBC Emre Bal, que trabajó durante varios años en medios locales. 
Hay excepciones, sin embargo. CNN Turk -propiedad del grupo mediático Dogan– comenzó a reportar las manifestaciones una vez que éstas cobraron más fuerza y el canal TV Halk - portavoz del opositor Partido Republicano de Popular- ha proporcionado una cobertura continua con imágenes de las protestas. 
(Fuente: BBCMundo)

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