viernes, 22 de marzo de 2013

SINCERO AMOR POR CUBA



 

Me enamoraste. Y no fue por tus maravillosos paisajes, que también. Porque no hay nada más verde que los valles de Cuba, salpicados por sus infinitos palmares que parecen rozar el cielo. No fue por los cayos que bordean tu silueta bañada en el mar Caribe, ni por la primera milla verde-mar de tus playas. No fue solo por tus ríos salvajes surcando intrínsecos senderos que esconden cascadas de ensueño. No pienses que fueron tus pueblos, ciudades o parajes patrimonio de la humanidad. Es obvio. No podía ser de otra manera. Sólo hay que verte y descubrirte para darse cuenta. Pero tampoco fue por eso. Ni por tu fina arena blanca, tus arrecifes de coral, la belleza de tu flora y fauna, que es indiscutible. No han sido tus calles empedradas, flanqueadas a ambos lados por casitas de colores, que bien parecen tocadas por el pincel en la mano de un pintor exquisito y caprichoso. Pues bien, ni siquiera fue por eso. No, no fueron tus monumentos ni tus cinco héroes de guerra, ni tan solo tu bandera libertaria. Tampoco tuvo nada que ver tu majestuoso Capitolio presidiendo el centro de tu Habana capital, dando paso al frente a la Habana Vieja, donde dí largos paseos por sus calles pintorescas, rebosando historia en cada esquina que doblaba. No fue por el Malecón interminable, tan solo custodiado por los ojos del Cristo, del que tú eres una de las tres privilegiadas que lo posee. Pero lo siento, tampoco fue el motivo. Ni por tus maracas artesanas a ritmo de son cubano, ni por las caderas que lo acompañan. Ni fue por tu comida criolla, ni tus puros habanos, ni tus campos de arroz, de café o de tabaco, tan honrosamente trabajados. De veras, no fue por eso, que podría.
Me enamoraste, lo confieso. Y fue por tu gente, por los orgullosos habaneros, los orientales ó palestinos del sur, los guajiros del centro. Por todos y cada uno de ellos. Porque se presentan ante ti con las manos vacías pero el corazón repleto. Porque en su humilde morada encuentras tu casa, y no contentos con eso, lo convierten en tu hogar. Porque te ofrecen lo que tienen y lo que no tienen te lo inventan, a golpe de sacrificio, a fuerza de cariño y generosidad. Porque tu gente Sí tiene familia con mayúsculas, porque se desviven unos por otros. Porque el vecino también es tu pariente y cuentas con él y él contigo. Porque no existe la envidia, no han conocido el egoísmo ni la codicia ni la rivalidad. Porque aún a falta de luz, tu tierra me deslumbra y son las almas de tu gente que iluminan los caminos. Porque quiero seguir compartiendo mi tiempo con ellos. Quiero acunarme en su regazo, aprender la vida con su filosofía, adquirir los valores que nosotros perdimos. Porque deseo despertarme cada mañana respirando su aire y que me caiga su noche clara en mi cabeza, porque en Cuba, la luna es más grande y las estrellas se multiplican por millones. Porque quiero una lluvia de agua y de estrellas sobre mis hombros cada día. Porque no conoces el amor puro y sincero hasta que te emocionas con ellos. Porque cada abrazo que te dan alimenta tu espíritu, y porque quiero devolverles todo ese cariño con intereses de demora.
Porque sí, me enamoraste, y ahora en tu distancia me siento muy sola. Acuden tus recuerdos a mi memoria y me abocan a la más profunda nostalgia al saberme huérfana de tu gente.
Me enamoraste ¿te lo dije?. Y no quiero llevarme un pedacito de tu tierra en mis manos cada vez que regrese. La quiero toda, toda bajo mis pies mientras viva.

Autora. Eva Ribe Mas
Cortesía de. Antonio A. Pacheco

No hay comentarios:

Publicar un comentario