viernes, 7 de octubre de 2011


Una manifestación popular de miles de camagüeyanos, propulsada por la juventud y el estudiantado, inundó las inmediaciones del Instituto Preuniversitario Urbano (IPU) Álvaro Morell para honrar a quienes fallecieron 35 años atrás, víctimas de un atentado terrorista en Barbados.

La cita pública fue antecedida por una peregrinación desde distintos puntos geográficos de esta ciudad, segunda más extensa de Cuba, y en el trasiego se enrolaron, junto al tumulto de alumnos de enseñanzas pre-universitaria, politécnica y universitaria, otros tantos hombres y mujeres trabajadores, abuelos ex-combatientes, extranjeros miembros del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), glorias del deporte nacional y las principales autoridades políticas y gubernamentales del territorio.

Adolescentes del equipo provincial de esgrima de Camagüey, que resultaron Campeones Nacionales de su modalidad en los pasados juegos escolares, iniciaron el acto de homenaje a los deportistas asesinados en el vuelo 455 de Cubana de aviación, con demostraciones de desplazamientos típicos de este arte de defensa y ataque con la espada.

Precisamente, entre las 73 personas que fallecieron en el atentado aéreo de 1976, viajaba el Equipo Nacional de Esgrima, cargado con todas las medallas de oro de su división conquistadas en el Campeonato Centroamericano y del Caribe. Algunos de estos muchachos ni siquiera alcanzaban los veinte años de edad.

Con canciones, poemas de remembranza y las palabras de líderes estudiantiles cubanos y extranjeros, se les rindió tributo en esta concentración quienes fallecieron en la flor de su vida y de su carrera deportiva, y al resto de miles de personas que han muerto o sido física y emocionalmente afectadas por el terrorismo de estado desatado durante más de media centuria contra la Revolución Cubana.

De los crímenes perpetrados contra la nación caribeña, muchos quedan impunes aún, como es el caso de la propia detonación del avión cubano en las inmediaciones de Barbados que hoy se rememora.

Dos de los protagonistas de este suceso, Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, resultaron absueltos en los procesos judiciales, a pesar de que declararon su participación en el hecho con una frase tristemente célebre que bautizó el libro testimonial de la periodista venezolana Alicia Herrera, “Pusimos la bomba... ¿y qué?”. Posada Carriles vive hoy tranquilamente en Miami.

El acto matutino protagonizado por el pueblo camagüeyano sirvió además para volver sobre el reclamo de libertad para los cinco luchadores antiterroristas presos en cárceles de Estados Unidos.

A solo unas horas dista la salida de prisión bajo libertad condicional de uno de ellos, René González, quien ha sido privado de regresar a su casa en Cuba, donde le espera su familia, por incomprensibles decretos de la legislatura norteamericana.

María Antonieta Colunga Olivera. Foto: Orlando Durán Hernández

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