miércoles, 27 de julio de 2011

ESCUCHAMOS AUN LAS CLARINADAS DEL 26


La clarinada del 26 de Julio de 1953 fue decisiva para la obra que hoy los cubanos construimos, a la distancia de ese tiempo, no se ha defraudado la gloria vivida.
Por su importancia exponemos algunos fragmentos del discurso del vicepresidente de los Consejo de Estado y de Ministros José Ramón Machado Ventura, en el Acto por la efemérides del Moncada en la hermana provincia de Ciego de Ávila.
“A cincuenta y ocho años de las heroicas acciones del 26 de julio de 1953, nuestro primer recuerdo para quienes, en aquel día glorioso, ofrendaron su vida, muchos de ellos en las horas siguientes a los acontecimientos, víctimas de la cobarde y brutal represión desatada por la tiranía batistiana”.
Tras recordar a nuestros héroes, Machado abordó la importante temática relacionada con los acuerdos del recién finalizado Sexto Congreso del Partido.
“Si importantes fueron las sesiones del VI Congreso del Partido, las acciones previas y posteriores a su realización, también lo han sido; las que constituyen una contundente demostración de patriotismo, madurez política, unidad y decisión de preservar el socialismo, por la inmensa mayoría de los cubanos.
Nuestro pueblo ha hecho suyo este proceso porque vio en él la exposición clara y valiente de los principales problemas del país, y sobre todo una concepción realista de cómo enfrentarlos.
Debemos cumplir cabalmente la orientación del compañero Raúl, de que lo que acordemos no puede convertirse nunca más en un papel que duerma el sueño eterno en la gaveta de un buró.
Lo que aprobó el Congreso del Partido es también compromiso para todos los niveles y especialmente para los centros de producción o servicios, que es donde se materializan las decisiones adoptadas.
Hay que romper definitivamente la mentalidad de la inercia, esa que conduce a sentarse a esperar mirando para arriba; a pensar primero en lo que falta o sería bueno tener, antes de evaluar con objetividad cuanto más puede hacerse con lo disponible”.
El dirigente cubano reafirmó la importancia de producir para el pueblo y lograr la eficiencia agroalimentaria.
“La dirección del país continúa dando prioridad al cumplimiento del plan de la economía y a la producción de alimentos, bajo las graves consecuencias que produce el incremento de sus precios en el mercado internacional.
Se ha avanzado en la entrega de tierras ociosas en usufructo, al amparo del Decreto-Ley No. 259 del 2008, y aunque ya se aprecia en no pocos lugares un impacto positivo en la elevación de los resultados productivos, tenemos que encarar resueltamente las limitaciones que afectan su total implementación.
“Para alcanzar el éxito en esta cuestión estratégica y en las demás, es preciso que de inmediato nos concentremos en hacer cumplir los acuerdos de este Congreso, bajo un denominador común en nuestra conducta: el orden, la disciplina y la exigencia”. Hasta aquí sus palabras.
No podemos sentirnos satisfechos hasta sumar a cada trabajador y dirigente administrativo al combate por la eficiencia económica; la organización y exigencia sistemáticos; contra la indisciplina social y laboral, la deficiente contabilidad, el mal aprovechamiento de los recursos, las actitudes burocráticas generadoras de rutina, indolencia o esquematismo y contra procedimientos absurdos que nada tienen que ver con el socialismo.
No ignoramos la falta de determinados recursos o la existencia de problemas organizativos ajenos al centro laboral, que afectan directa o indirectamente el esfuerzo de sus trabajadores y cuadros administrativos, pero el hecho de que algunos colectivos laborales obtengan resultados muy superiores a otros, a pesar de actuar en escenarios similares, demuestran de manera palpable cuantas reservas aún no se explotan convenientemente.
En la batalla económica que libramos es imprescindible la eliminación del derroche y los gastos superfluos. Ahorrar, trabajar con la máxima racionalidad posible de fuerzas y recursos es una necesidad imperiosa en todos los sectores. Eso depende de cada uno de nosotros. Un pueblo culto, educado y organizado como este, que se enfrenta desde hace más de cincuenta años al bloqueo más prolongado de la historia, tiene que sacar el máximo a los recursos con que cuenta.
La batalla de hoy tiene un frente decisivo en el combate cotidiano y sin tregua contra nuestros propios errores y deficiencias.
Contamos con lo básico para lograr el despegue paulatino de la economía nacional: un pueblo preparado y dispuesto y al menos con los recursos imprescindibles, en primer lugar con la tierra, que estamos aún lejos de explotar siquiera satisfactoriamente.
Estamos conscientes que, además de las limitaciones materiales, requiere tiempo cambiar la forma de pensar de las personas, única vía para variar su modo de actuar.
Finalmente el dirigente cubano recordó:
“Es también el arte de realizar lo imposible: construir y llevar a cabo la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, y defenderla durante medio siglo de la más poderosa potencia que jamás existió”,

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